Llegaron las tan ansiadas vacaciones de invierno. Muchos acortaron sus vacaciones de verano para guardarse algunos días para el invierno, porque quieren conocer la nieve, porque quieren esquiar, porque quieren ver las cataratas, porque llegarán por primera vez a ese glaciar que sólo veían por televisión.
Pero la ilusión se murió en el Aeropuerto Jorge Newbery. Miles de pasajeros están demorados, durmiendo sobre sus equipajes, porque los vuelos sufren demoras interminables y cancelaciones.
Según la Fuerza Aerea, los inconvenientes se dieron debido al excesivo movimiento turístico y es un problema de las empresas.
Entretanto, personal de Aerolíneas Argentinas aseguró que las demoras se debían a problemas en el sistema de control aéreo y que la situación se iba a normalizar en las próximas horas.
Lo cierto es que en los últimos meses volar en la Argentina se ha transformado en un hecho casi insólito y exclusivo.
Primero apareció el ex piloto y gremialista Enrique Piñeyro a contarnos que en nuestro país aquellos que contábamos un vuelo lo hacíamos sólo de milagro.
Los pilotos decidieron hacer un paro porque no sólo sus vidas sino la de todos los pasajeros estaban en juego.
Entonces el presidente Kirchner, a través de Nilda Garré -la ministro de Defensa que no sabe qué es un FAL- dijo que alquilaríamos radares porque, por más que las reservas superaran los 40 mil millones de dólares, no había 2 millones para comprarlos.
Y nada cambió, no se alquilaron o no se compraron, o sí se alquilaron o compraron, es imposible saberlo.
Sólo el 18% de los vuelos sale en hora en nuestro país; vivimos enterándonos sobre casi colisiones de aviones; las Fuerzas Armadas, apuntadas como culpables de la situación, siguen controlando los vuelos civiles; nada ha cambiado desde que comenzaron los problemas.
Brasil acaba de sufrir la mayor tragedia aérea de su historia. Más de 200 muertos por una pista en mal estado, habilitada luego de que un juez había prohibido usarla y con un avión con falta de mantenimiento.
Los brasileros no aprendieron nada de la tragedia de LAPA en nuestro país y duplicaron o triplicaron nuestra tragedia.
Encarecidamente se les pide desde aquí a todos los que tengan algo de responsabilidad en los vuelos y aeropuertos de nuestro país que hagan algo. Éste es el único record que no quiero sacarle a Brasil.
2 comentarios:
Que suerte que lei tu articulo, tenia culpa por lo poder llevar a mi hija a esquiar, ahora creo que le estoy salvando la vida
si quisieramos usar trenes, tampocooo hay , culpa de Menem.
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