Daniel Scioli nunca fue del riñón del kirchnerismo y eso se sabe, de hecho el vicepresidente protagonizó enfrentamientos con el matrimonio presidencial como ningún otro político de nuestro país.
Al comenzar el mandato de Kirchner y luego de que Scioli diga públicamente que se iban a aumentar las tarifas (cuántos problemas se hubieran ahorrado si le hacían caso), el presidente echó de la Secretaría de Turismo a todo aquel que alguna vez se haya saludado con el motonauta.
También se recuerda el dedo índice de Kris apuntando desencajada a los gritos en el Senado al presidente de ese cuerpo (Scioli por supuesto) acusándolo de filtrar información ala prensa sobre maniobras de la primera dama cuanto todavía cumplía su rol de senadora.
Hoy lo une el espanto, o los unió ya que con Scioli como candidato a la gobernación finalmente Macri debió candidatearse a la ciudad y el gobierno de no haber tenido un inoperante como Alberto Fernández en el armado político, hubiera borrado a Mauricio del mapa político.
La realidad es que el vicepresidente y el matrimonio se miran de reojo, tanto es así que Kirchner decidió que Alberto Balestrini, hombre fuerte de la Matanza pero que de ninguna manera quería ese cargo, acompañe a Scioli en la fórmula pura y exclusivamente para controlar el accionar del ex motonauta una vez que este comande los destinos de la provincia más importante de nuestro país.
Por otra parte y como ya es sabido el peronsimo anti K ya le ofreció en su momento la candidatura a presidente de Scioli y ante la negativa, están esperando con la servilleta al cuello que el vicepresidente se instale en La Plata para tomarlo de rehén y de primer aliado en la guerra contra la Reina Kris.
Pero Buenos Aires no es rica ni nada que se le parezca y depende como ninguna de la generosidad del ejecutivo y esa será el arma principal de la Sra. Fernández de Kirchner.
No se asoma un panorama alentador para los habitantes de la provincia ya que ni el más iluso puede pensar que Scioli y Cristina van a trabajar codo a codo.
Históricamente los gobernadores de Buenos Aires han volteado presidentes, pero finalmente esa batalla les ha costado su llegada a la presidencia (salvo el milagro Duhalde que será para otro análisis).
Lo único seguro es que los habitantes de la provincia son los únicos que nunca sacaron tajada de estos enfrentamientos, sólo fueron sus máximas víctimas.
Uno se pregunta ¿si ya saben lo que se viene por qué lo van a votar? Y la respuesta es evidente: ¿A quién otro pueden a votar?
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